Hijastra inocente espiada y follada por su padrastro. Esta jovencita estaba descansando con el nuevo novio de su madre, y con la confianza de sentirse como en casa.
Con la excusa de que la luz del sol podía dañar sus ojos, el padrastro entró en la habitación, se acercó a la ventana y ajustó las persianas. Aprovechando la oportunidad, no pudo resistir la tentación de deslizar su mirada por el delicado contoneo de su cintura y la suave curva de sus senos que se asomaban por la camiseta. Ella levantó la vista, sonriendo tímidamente.
Sin que ella se diera cuenta, su padrastro se acercó a la cama, el aliento agitado se escuchaba en la apacible calma del cuarto. Su mirada se posó en la entrepierna de la joven, su imaginación desbordando con cada respiración que escapaba de sus labios. El padrastro, ya incapaz de contenerse, se despojó de sus ropas, mostrando su miembro erecto y ansioso.
Padrastro espía a su hijastra inocente
Con la discreción que solo el vicio le otorgaba, se acercó a la cama, se situó entre sus piernas y la penetró sin que la joven pudiera reaccionar. Ella, sobrada de inocencia, soltó un suspiro al sentir la invasión, sorprendida y a la vez excitada por la sensación desconocida.
La hijastra inocente, en un acto de dominación y lujuria, empezó a moverse lentamente con la follada, disfrutando del calor que la inundaba. Con cada embestida, la jovencita se venía, incapaz de contener el placer que le provocaba la figura paternal que la poseía.
Padre penetra a su hija virgen inocente
A medida que la intensidad de la follada crecía, la hijastra empezó a gritar suavemente, sus manos agarrando la sábana con la desesperada intensidad del placer. Sus ojos se cerraban con cada estocada, y su rostro reflejaba la combinación perfecta de placer.
El padrastro, al verla de este modo, se volvía cada vez más salvaje en la follada, acelerando el ritmo, empujando cada vez más hondo. Ella, atrapada en la ola de sensaciones, se entregó por completo, permitiéndole llenarla de su semilla. Con cada orgasmo, la inocente jovencita se venía, cada una de sus carnes vibrando al ritmo de la pasión que la invadía.
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La jovencita estaba allí con su culito a medio mostrar. Y eso hizo que este pervertido, que era demasiado joven para su madre, fuera por el chocho de la hija.
De hecho, la había estado observando en secreto durante unos días y a la nena no le importaba que su padrastro le quitara las bragas y quisiera meterle la verga.
De hecho, necesitaba probar su polla, para después sentirla entrar en su chocha juvenil hambrienta de una verga experimentada.